EL ROMANTICISMO
El Romanticismo denuncia el fracaso de la sociedad, y por tanto, de los individuos. Es imposible armonizar los intereses privados con los públicos. El amor romántico no es el de la familia feliz, sino el del amor imposible; también se considera que el corazón y la razón están en continua crisis, dando lugar al sujeto escindido (dividido, entre su razón y su corazón). El yo-romántico defiende el territorio del corazón frente al de la razón. Y esto hace que la literatura y la poesía se conciban como la expresión de los sentimientos del yo. Pero es que los sentimientos no atienden a ninguna regla ni norma. De ahí que los románticos planteen la defensa de la libertad frente a lo establecido: habrá que ser libres. Y esto lo veremos en el estilo: se mezcla el verso y la prosa, se utilizan distintos ritmos, se rompe en el teatro con las tras unidades. El corazón tiene que desbordar las reglas para expresarse sin los condicionantes (normas y reglas) de la sociedad.
El Romanticismo es el primer movimiento que pone de manifiesto las contradicciones generadas por el Contrato Social. La Ilustración había planteado la posibilidad de un ciudadano feliz, pero ahora vemos como con el Romanticismo esta posibilidad se viene abajo. El grado de libertad personal que entrega cada uno a la sociedad, no se ve recompensado por otros beneficios sociales; el yo, por lo tanto, se ve sometido. Por eso podemos decir que la cultura romántica es la cultura de los enfrentamientos entre el yo y el sistema. El yo-romántico apuesta por la individualidad, la subjetividad. Es un yo que intenta romper las normas sociales, y su vida será un viaje, una apuesta en busca de la verdad personal, pero esta apuesta siempre tendrá un final trágico porque la sociedad es más poderosa que el individuo. “Las limitaciones son más fuertes que los deseos”.
Aparecen temas como la oscuridad (territorio de los sentimientos), frente al día (territorio de la sociedad, de la productividad). Otro tema es el enfrentamiento entre la naturaleza y la civilización, presentándose ésta última como algo fracasado y la primera como algo virtuoso. Se plantea también la invitación al viaje que se materializa en el gusto por las culturas primitivas, los mundos exóticos. Pero también tenemos el viaje en el tiempo, y así se tenderán la mirada hacia la Edad Media.
La cultura romántica promueve héroes que son personajes marginados (el exiliado, el pirata, el mendigo, pero también el demonio que no deja de ser un ángel caído que había intentado una empresa superior a sus fuerzas).
La Ilustración había planteado el hecho de que el hombre es libre para construir la sociedad (esto se materializa en la idea de Contrato Social), pero esto trae consigo que por primera vez el hombre se sienta protagonista de la historia (es decir, la sociedad ya no se construye en función de una voluntad superior o divina). Los románticos serán conscientes del vacío que supone la idea de Contrato Social, y es por eso que intentarán llenar ese vacío re-inventando las religiones, recuperando dioses paganos, o bien tendiendo la mirada hacia tierras lejanas y construyendo paraísos. Y es ahora cuando surgen las grandes leyendas nacionalistas (y junto a la idea de pueblo irán unidas las ideas de cultura, sangre, identidad, etc).
El Romanticismo denuncia el fracaso de la sociedad, y por tanto, de los individuos. Es imposible armonizar los intereses privados con los públicos. El amor romántico no es el de la familia feliz, sino el del amor imposible; también se considera que el corazón y la razón están en continua crisis, dando lugar al sujeto escindido (dividido, entre su razón y su corazón). El yo-romántico defiende el territorio del corazón frente al de la razón. Y esto hace que la literatura y la poesía se conciban como la expresión de los sentimientos del yo. Pero es que los sentimientos no atienden a ninguna regla ni norma. De ahí que los románticos planteen la defensa de la libertad frente a lo establecido: habrá que ser libres. Y esto lo veremos en el estilo: se mezcla el verso y la prosa, se utilizan distintos ritmos, se rompe en el teatro con las tras unidades. El corazón tiene que desbordar las reglas para expresarse sin los condicionantes (normas y reglas) de la sociedad.
El Romanticismo es el primer movimiento que pone de manifiesto las contradicciones generadas por el Contrato Social. La Ilustración había planteado la posibilidad de un ciudadano feliz, pero ahora vemos como con el Romanticismo esta posibilidad se viene abajo. El grado de libertad personal que entrega cada uno a la sociedad, no se ve recompensado por otros beneficios sociales; el yo, por lo tanto, se ve sometido. Por eso podemos decir que la cultura romántica es la cultura de los enfrentamientos entre el yo y el sistema. El yo-romántico apuesta por la individualidad, la subjetividad. Es un yo que intenta romper las normas sociales, y su vida será un viaje, una apuesta en busca de la verdad personal, pero esta apuesta siempre tendrá un final trágico porque la sociedad es más poderosa que el individuo. “Las limitaciones son más fuertes que los deseos”.
Aparecen temas como la oscuridad (territorio de los sentimientos), frente al día (territorio de la sociedad, de la productividad). Otro tema es el enfrentamiento entre la naturaleza y la civilización, presentándose ésta última como algo fracasado y la primera como algo virtuoso. Se plantea también la invitación al viaje que se materializa en el gusto por las culturas primitivas, los mundos exóticos. Pero también tenemos el viaje en el tiempo, y así se tenderán la mirada hacia la Edad Media.
La cultura romántica promueve héroes que son personajes marginados (el exiliado, el pirata, el mendigo, pero también el demonio que no deja de ser un ángel caído que había intentado una empresa superior a sus fuerzas).
La Ilustración había planteado el hecho de que el hombre es libre para construir la sociedad (esto se materializa en la idea de Contrato Social), pero esto trae consigo que por primera vez el hombre se sienta protagonista de la historia (es decir, la sociedad ya no se construye en función de una voluntad superior o divina). Los románticos serán conscientes del vacío que supone la idea de Contrato Social, y es por eso que intentarán llenar ese vacío re-inventando las religiones, recuperando dioses paganos, o bien tendiendo la mirada hacia tierras lejanas y construyendo paraísos. Y es ahora cuando surgen las grandes leyendas nacionalistas (y junto a la idea de pueblo irán unidas las ideas de cultura, sangre, identidad, etc).