REALISMO Y NATURALISMO Y CRISIS DE FIN DE SIGLO
En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad burguesa tiene como referente el positivismo de Comte. Es decir, sólo se puede conocer lo real-objetivo. Desde esta premisa la ciencia adquiere un papel fundamental. El predominio de lo científico se trasplantará al arte, en tanto que éste intentará convertirse en un arte científico. Es así como surge en la literatura el movimiento realista y naturalista. Ambas corrientes literarias intentarán presentar objetivamente la realidad. Igual que un médico con su bisturí disecciona un cadáver, un escritor debe diseccionar una sociedad. El escritor se convierte en intelectual, pues su labor no es sólo artística sino social. Su trabajo es un trabajo que debe de estar al servicio de la sociedad.
Pero este positivismo –este predominio de lo racional-científico- plantea a fines del siglo XIX una cuestión fundamental. Si todo entra dentro de lo racional científico, si todo tiene una explicación, si todo está determinado por condiciones biológicas y sociales, ¿dónde la voluntad?, ¿dónde el yo libre que puede actuar según su libertad?. Y es ente punto donde surgen toda una serie de corrientes que intentarán recuperar la voluntad, el yo que actúa libremente, o sin atender a una razón científica.
En este punto toman importancia la obra de Shopenhauer para quien el mundo se mueve impulsado por fuerzas ciegas e irracionales. La misma obra de Nietzsche que exaltara los impulsos vitales sobre la razón, además de atacar duramente la religión (planteamientos asimilados por los modernistas). La figura de Bergson para quien la realidad la apresa la intuición y no la razón (cfr. Antonio Machado). Otra figura fundamental es Freud quien con su Psicoanálisis se sumergirá en el análisis de los impulsos irracionales o inconscientes del hombre.
Serán todos estos movimientos que ponen en duda el conocimiento racional-científico del mundo y del ser humano los que determinarán la escritura de fines del Siglo XIX y principios del XX.
A esto se añade la escisión que existe desde el romanticismo entre la modernización racional-científica -y que se traduce en el progreso económico-, y la modernidad artística y estética. Es decir, por un lado el triunfo económico del capitalismo y su defensa del progreso –cuyo máximo exponente es la sociedad y la clase burguesa- y por otro lado el mundo del arte que pone en duda los avances y logros del capitalismo y de la clase burguesa. La modernidad del arte consiste en poner en entredicho al mercado, y al hombre mediocre que se desenvuelve en el mercado, guiado por ideas de utilidad y beneficio. Frente a este hombre mediocre y esta sociedad mediocre el arte moderno reivindicará la belleza, el goce estético, aquello que no se puede ni comprar ni vender. El arte intentará salirse de la lógica del mercado, a un poema o un cuadro no se le puede poner precio, y es esto lo que dará lugar a actitudes inconformistas del artista, p.ej. la bohemia o el dandysmo presentes sobre todo en la bohemia.
De ahí que ahora tome relevancia el narrador omnisciente. El narrador que todo lo ve. Igual que el científico en su laboratorio disecciona la célula, así el escritor debe de diseccionar el comportamiento humano y social.
Hay una anécdota en la que un médico abre un cadáver y les pregunta a sus alumnos: ¿dónde está el alma?. Pos otro lado ten en cuenta que este cientificismo de segunda mitad del Siglo XIX dará lugar a dos corrientes que intentarán explicar científicamente el comportamiento del ser humano y del grupo o la sociedad humana, nos referimos a la psicología y a la sociología.
Según Freud el hombre está regido por unos impulsos que lo orientan hacia el placer, pero a estos impulsos se opone la conciencia moral o social que los reprime y los sepulta en el inconsciente. Pero estos impulsos queramos o no determinan nuestra conducta, nuestros gustos, etc.
Aunque el arte al final caerá en las redes del mercado, fíjate en lo que cuesta hoy en día un Picasso o un Van Goch.
En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad burguesa tiene como referente el positivismo de Comte. Es decir, sólo se puede conocer lo real-objetivo. Desde esta premisa la ciencia adquiere un papel fundamental. El predominio de lo científico se trasplantará al arte, en tanto que éste intentará convertirse en un arte científico. Es así como surge en la literatura el movimiento realista y naturalista. Ambas corrientes literarias intentarán presentar objetivamente la realidad. Igual que un médico con su bisturí disecciona un cadáver, un escritor debe diseccionar una sociedad. El escritor se convierte en intelectual, pues su labor no es sólo artística sino social. Su trabajo es un trabajo que debe de estar al servicio de la sociedad.
Pero este positivismo –este predominio de lo racional-científico- plantea a fines del siglo XIX una cuestión fundamental. Si todo entra dentro de lo racional científico, si todo tiene una explicación, si todo está determinado por condiciones biológicas y sociales, ¿dónde la voluntad?, ¿dónde el yo libre que puede actuar según su libertad?. Y es ente punto donde surgen toda una serie de corrientes que intentarán recuperar la voluntad, el yo que actúa libremente, o sin atender a una razón científica.
En este punto toman importancia la obra de Shopenhauer para quien el mundo se mueve impulsado por fuerzas ciegas e irracionales. La misma obra de Nietzsche que exaltara los impulsos vitales sobre la razón, además de atacar duramente la religión (planteamientos asimilados por los modernistas). La figura de Bergson para quien la realidad la apresa la intuición y no la razón (cfr. Antonio Machado). Otra figura fundamental es Freud quien con su Psicoanálisis se sumergirá en el análisis de los impulsos irracionales o inconscientes del hombre.
Serán todos estos movimientos que ponen en duda el conocimiento racional-científico del mundo y del ser humano los que determinarán la escritura de fines del Siglo XIX y principios del XX.
A esto se añade la escisión que existe desde el romanticismo entre la modernización racional-científica -y que se traduce en el progreso económico-, y la modernidad artística y estética. Es decir, por un lado el triunfo económico del capitalismo y su defensa del progreso –cuyo máximo exponente es la sociedad y la clase burguesa- y por otro lado el mundo del arte que pone en duda los avances y logros del capitalismo y de la clase burguesa. La modernidad del arte consiste en poner en entredicho al mercado, y al hombre mediocre que se desenvuelve en el mercado, guiado por ideas de utilidad y beneficio. Frente a este hombre mediocre y esta sociedad mediocre el arte moderno reivindicará la belleza, el goce estético, aquello que no se puede ni comprar ni vender. El arte intentará salirse de la lógica del mercado, a un poema o un cuadro no se le puede poner precio, y es esto lo que dará lugar a actitudes inconformistas del artista, p.ej. la bohemia o el dandysmo presentes sobre todo en la bohemia.
De ahí que ahora tome relevancia el narrador omnisciente. El narrador que todo lo ve. Igual que el científico en su laboratorio disecciona la célula, así el escritor debe de diseccionar el comportamiento humano y social.
Hay una anécdota en la que un médico abre un cadáver y les pregunta a sus alumnos: ¿dónde está el alma?. Pos otro lado ten en cuenta que este cientificismo de segunda mitad del Siglo XIX dará lugar a dos corrientes que intentarán explicar científicamente el comportamiento del ser humano y del grupo o la sociedad humana, nos referimos a la psicología y a la sociología.
Según Freud el hombre está regido por unos impulsos que lo orientan hacia el placer, pero a estos impulsos se opone la conciencia moral o social que los reprime y los sepulta en el inconsciente. Pero estos impulsos queramos o no determinan nuestra conducta, nuestros gustos, etc.
Aunque el arte al final caerá en las redes del mercado, fíjate en lo que cuesta hoy en día un Picasso o un Van Goch.
REALISMO Y NATURALISMO Y CRISIS DE FIN DE SIGLO
En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad burguesa tiene como referente el positivismo de Comte. Es decir, sólo se puede conocer lo real-objetivo. Desde esta premisa la ciencia adquiere un papel fundamental. El predominio de lo científico se trasplantará al arte, en tanto que éste intentará convertirse en un arte científico. Es así como surge en la literatura el movimiento realista y naturalista. Ambas corrientes literarias intentarán presentar objetivamente la realidad. Igual que un médico con su bisturí disecciona un cadáver, un escritor debe diseccionar una sociedad. El escritor se convierte en intelectual, pues su labor no es sólo artística sino social. Su trabajo es un trabajo que debe de estar al servicio de la sociedad.
Pero este positivismo –este predominio de lo racional-científico- plantea a fines del siglo XIX una cuestión fundamental. Si todo entra dentro de lo racional científico, si todo tiene una explicación, si todo está determinado por condiciones biológicas y sociales, ¿dónde la voluntad?, ¿dónde el yo libre que puede actuar según su libertad?. Y es ente punto donde surgen toda una serie de corrientes que intentarán recuperar la voluntad, el yo que actúa libremente, o sin atender a una razón científica.
En este punto toman importancia la obra de Shopenhauer para quien el mundo se mueve impulsado por fuerzas ciegas e irracionales. La misma obra de Nietzsche que exaltara los impulsos vitales sobre la razón, además de atacar duramente la religión (planteamientos asimilados por los modernistas). La figura de Bergson para quien la realidad la apresa la intuición y no la razón (cfr. Antonio Machado). Otra figura fundamental es Freud quien con su Psicoanálisis se sumergirá en el análisis de los impulsos irracionales o inconscientes del hombre.
Serán todos estos movimientos que ponen en duda el conocimiento racional-científico del mundo y del ser humano los que determinarán la escritura de fines del Siglo XIX y principios del XX.
A esto se añade la escisión que existe desde el romanticismo entre la modernización racional-científica -y que se traduce en el progreso económico-, y la modernidad artística y estética. Es decir, por un lado el triunfo económico del capitalismo y su defensa del progreso –cuyo máximo exponente es la sociedad y la clase burguesa- y por otro lado el mundo del arte que pone en duda los avances y logros del capitalismo y de la clase burguesa. La modernidad del arte consiste en poner en entredicho al mercado, y al hombre mediocre que se desenvuelve en el mercado, guiado por ideas de utilidad y beneficio. Frente a este hombre mediocre y esta sociedad mediocre el arte moderno reivindicará la belleza, el goce estético, aquello que no se puede ni comprar ni vender. El arte intentará salirse de la lógica del mercado, a un poema o un cuadro no se le puede poner precio, y es esto lo que dará lugar a actitudes inconformistas del artista, p.ej. la bohemia o el dandysmo presentes sobre todo en la bohemia.
De ahí que ahora tome relevancia el narrador omnisciente. El narrador que todo lo ve. Igual que el científico en su laboratorio disecciona la célula, así el escritor debe de diseccionar el comportamiento humano y social.
Hay una anécdota en la que un médico abre un cadáver y les pregunta a sus alumnos: ¿dónde está el alma?. Pos otro lado ten en cuenta que este cientificismo de segunda mitad del Siglo XIX dará lugar a dos corrientes que intentarán explicar científicamente el comportamiento del ser humano y del grupo o la sociedad humana, nos referimos a la psicología y a la sociología.
Según Freud el hombre está regido por unos impulsos que lo orientan hacia el placer, pero a estos impulsos se opone la conciencia moral o social que los reprime y los sepulta en el inconsciente. Pero estos impulsos queramos o no determinan nuestra conducta, nuestros gustos, etc.
Aunque el arte al final caerá en las redes del mercado, fíjate en lo que cuesta hoy en día un Picasso o un Van Goch.